domingo, 18 de mayo de 2014

Aqui teneis un enlace de la boda de Jose y Rosa. Os recomiendo visitar mi Blog Cerro de la Fuente por si deseáis pasar un ratito agradable.

sábado, 21 de diciembre de 2013

La Nacencia

         
Bruñó los recios nubarrones pardos
la luz del sol que s´agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d´un coló de naranjas se tiñeron.

A bocanás el aire nos traía
los ruídos d´alla lejos
y el toque d´oración de las campanas
de l´iglesia del pueblo.

Ibamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo,
mi mujé mu malita,
suspirando y gimiendo.

Bandás de gorriatos montesinos
volaban, chirrïando por el cielo,
y volaban pal sol qu´en los canchales
daba relumbres d´espejuelos.

Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos,
y roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.

¡Qué tarde más bonita!
¡Qu´anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre
si juéramos contentos!...
- No pué ser más- me ijo- vaite, vaite
con la burra pal pueblo,
y güervete de priesa con l´agüela,
la comadre o el méico -.

Y bajó de la burra poco a poco,
s´arrellenó en el suelo,
juntó las manos y miró p´arriba,
pa los bruñíos nubarrones recios.

¡Dirme, dejagla sola,
dejagla yo a ella sola com´un perro,
en metá de la jesa,
una legua del pueblo...
eso no! De la rama
d´arriba d´un guapero,
con sus ojos roendos
nos miraba un mochuelo,
un mochuelo con ojos vedriaos
como los ojos de los muertos...
¡No tengo juerzas pa dejagla sola!
¿pero yo de qué sirvo si me queo?

La burra, que rroía los tomillos
floridos del lindero
carcaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo,
levantaba el jocico, me miraba
y seguía royendo.
¿Qué pensará la burra
si es que tienen las burras pensamiento?

Me juí junt´a mi Juana,
me jinqué de roillas en el suelo,
jice por recordá las oraciones
que m´enseñaron cuando nuevo.
No tenía pacencia
p´hacé memoria de los rezos...
¿Quién podrá socorregla si me voy?
¿Quién va po la comadre si me queo?

Aturdio del tó gorví los ojos
pa los ojos reondos del mochuelo;
y aquellos ojos verdes,
tan grandes, tan abiertos,
qu´otras veces a mí me dieron risa,
hora me daban mieo.
¿Qué mirarán tan fijos
los ojos del mochuelo?

No cantaban las ranas,
los grillos no cantaban a lo lejos,
las bocanás del aire s´aplacaron,
s´asomaron la luna y el lucero,
no llegaba, roändo, de las sierras
el dolondón de los cencerros...
¡Daba tanta quietú mucha congoja!
¡Daba yo no sé qué tanto silencio!

M´arrimé más pa ella;
l´abrasaba el aliento,
le temblaban las manos,
tiritaba su cuerpo...
y a la luz de la luna eran sus ojos
más grandes y más negros.

Yo sentí que los míos chorreaban
lagrimones de fuego.
Uno cayó roändo,
y, prendío d´un pelo,
en metá de su frente
se queó reluciendo.
¡Qué bonita y qué güena!
¿quién pudiera sé méico?

Señó, tú que lo sabes
lo mucho que la quiero.
Tú que sabes qu´estamos bien casaos,
Señó, tú qu´eres güeno;
tú que jaces que broten las simientes
qu´echamos en el suelo;
tú que jaces que granen las espigas,
cuando llega su tiempo;
tú que jaces que paran las ovejas,
sin comadres, ni méicos...
¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,
con lo que yo la quiero,
siendo yo tan honrao
y siendo tú tan güeno?...

¡Ay! qué noche más larga
de tanto sufrimiento;
¡qué cosas pasarían
que decilas no pueo!
Jizo Dios un milagro;
¡no podía por menos!

II

Toito lleno de tierra
le levanté del suelo,
le miré mu despacio, mu despacio,
con una miaja de respeto.
Era un hijo, ¡mi hijo!,
hijo dambos, hijo nuestro...
Ella me le pedía
con los brazos abiertos,
¡Qué bonita qu´estaba
llorando y sonriyendo!

Venía clareando;
s´oïan a lo lejos
las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo;
salí con él corriendo,
y en un regacho d´agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano, más güeno,
"bautizando" (*) a mi hijo como el cura
bautiza los muchachos en el pueblo.

Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj´una encina
del camino nuevo.

Icen que la nacencia es una cosa
que miran los señores en el pueblo;
pos pa mí que mi hijo
la tié mejor que ellos,
que Dios jizo en presona con mi Juana
de comadre y de méico.

Asina que nació besó la tierra,
que, agraecía, se pegó a su cuerpo;
y jue la mesma luna
quien le pegó aquel beso...
¡Qué saben d´estas cosas
los señores aquellos!

Dos salimos del chozo,
tres golvimos al pueblo.
Jizo Dios un milagro en el camino:
¡no podía por menos!

                                Luis Chamizo

sábado, 28 de septiembre de 2013

El desconcierto



Improvisación Anda, que güena t'espera; güeno está tu padre, güeno p'arrimate tres zurrios y no dejate il p'al pueblo enjamás. ¿Onde has andao? Dime: ¿Qué diablos t'has jecho töita la noche de Dió sin acudir, y sabiendo que tós aquí t'aguardaban como al santo venimiento muertos de jambre? ¡Qué corcio!; yo estuve en el desconcierto, es deci, yo estuve juera, que los que estaban por drento eran tós los señoracos, la gente gorda del pueblo. ¡Vaya mozas peripuestas! ¡Vaya jembras de lo güeno! ¡Vaya'quel Marcos Reöndo qu'estaba que pa coméselo! Pos ¿y aquel del organillo? ¡no era naide con los deos! Asín son las juergas, madre, de los señores der pueblo, asin da gusto, ¡qué contrí!, y no como aquí jacemos, siempre empinando la bota, cantando siempre lo mesmo. Aquellos eran cantares Con tó lo suyo; por cierto qu'a mi me páece mentira qu'aquel mocino tan nuevo, tan delgainino, cantara tan juerte y con tanto genio. ¡Vaya un vozarrón, mi madre!, retumbaba com'un trueno, y endispués s'iba apagando tiritando en el galguero, jaciendo unos gorgoritos, jormando un feligraneo, apretando y aflojando, bajando y después subiendo, destirajandó la copla y queándose un momento con un són d'esos mu juertes, que los llaman dós de pecho, lo mesmito que los micales jacen parás en el cielo. ¡Mecachi en dies, vaya un tío! ¿Onde l'enseñarán eso? Pa mi que no es en España, porque en España yo creo que no l'enseñan a uno na más qu'a cantá flamenco. Lo qu'a mi me da coraje es qu'a lo mejó no entiendo la letra de las tonás que se canta con más genio. Cúchili, fáchili, mochi ¡Anda, verigua tú eso!, Pos asín se las gastaban las coplas del desconcierto. Lo qu'es p'al cante no hay otro, no pué ser que llegue haberlo como ese Marcos, tan flaco, tal delgainino, tan tieso, que canta más qu'una máquina cantaora, ¡ya lo creo! Y pa cuestión de la música, pa dal de prisa a los deos no pué habel otro en el mundo que maneje el estrumento mejó, ni con tanto garbo, con más gracia y más salero como ese señor Echániz qu'es un tío de cuerpo entero. Y ya lo sabes tó, madre, tó lo que pasa pol pueblo, y da gracias a las gracias que s'acabó el desconcierto, que si no, manque m'hubiera padre escachurrao los sesos endispués, esta presona no güerve pal rastrojeo, ni güerve con los avios, ni güerve con los aperos, y os saldrían telarañas en el estógamo mesmo. ¡Vivan los Marcos Reöndos! ¡Vivan los músicos güenos! ¡Vivan las caras bonitas de las muchachas del pueblo! Y dile a padre que venga, que no m'importa un pimiento que m'atice tres zurrios y me retuerza el pescuezo.
Luis Chamizo

miércoles, 25 de septiembre de 2013

La cartilla del campesinu


Si quierih ser campusino
prencipiaras con la siembra
siguiendu tó el procesu
jasta que llegui la siega
y estar en está dispuestu
pa dirti al cortí con juerza.

Pus, por lo menus tendras
que dir de ataor a ella
jaciendu ñus con el balagu
atandu la mies mu prieta
trujiendu agua a los hombris
de argún pozu que este cerca.

Tamien iras a l'era
y allí; montau en el trillu
jaras roangas enteras
jasta que'l granu y la paja
de tantu habel siu cortaus
andin, ca unu pol su cuenta.

Endispues bieni la limpia
si el vientu mos acompaña
aventaremus la parba
con los liendrus, con las palas
pa que asin de esta manera
se separin granu y paja.

El granu hemus de trael
en costalis aqui a casa
y vaciarlu en la trojí;
o meterlu aondi mos caba
esperandu a poel vendelu
a quien mejor mos lo paga

                                David

domingo, 15 de septiembre de 2013

El Desafío

 En la izquierda la guitarra
la navaja en la derecha,
terciada la manta al hombro,
la faja encarnada, suelta,
la actitud provocativa,
la mirada descompuesta,
roja de rabia la cara,
ronca la voz y algo trémula,
así apostrofaba el mozo
más rumboso de la aldea
a cuatro o seis rondadores
que invadieron la calleja
donde el mozo le cantaba
cantares a su morenaz
  ¡Me caso en Reus! Los majos
que asín de mí se moflean
jechin el paso p'alanti
como el que jabla lo jecha.
 Si alguno tiene asaúras
y halbeliá más que lengua,
jala p'alanti ahora mesmo,
que, al que de mi se grojea
sé yo jaceli una raya
pa embajo de alguna teta.
 Sos tengo bien alvertío,
por ajuyir de quimeras,
que cuando yo jechí rondas
a la vera de esta reja
calli la boca quien pasi
pa que le salga la cuenta
y jaga que no ma visto,
y andi agúo y no se güelva,
que esta calli es pa mi solo
dendi que Dios anocheza.
Si en esi corru hay alguno
que quié que le dé en la jeta
y jaga un bochí y lo entierri
al mesmo pie de esta reja
pa cantli luego encima
lo que él cantali quisiera
a una mujel que le ajuyi
y a cá minuto lo avienta.
 Si quié dil de golpe al bochí
eji el corru y acá venga,
y si el humol no le ayúa
y el miëdo le jormiguea,
ayuáli los del corru,
que pa tos acaso tenga.
  Jala p'lanti los cinco,
que aunque sin naide me vea,
enjamás he rejilao
ampié la ventana ésta!"
 Así dijo el bravo mozo,
Y a saltos como una fiera
lanzóse hacia los del grupo,
que, sin grande resistencia,
dejaron en un momento
despejada la calleja.
 Tornó el mozo a la ventana
de la muchacha morena
y la guitarra pulsando
hirió con rabia las cuerdas,
y al aire lanzó esta, copla
con la voz un poco trémula:
 "No le jurguis al león
que anda alreor de la jembra,
ni te enredis con el hombri
que canta al pie de una reja

Gabriel y Galán



sábado, 10 de agosto de 2013

El Embargo

Señol jues, pasi usté más alanti      
     y que entrin tos esos,   
     no le dé a usté ansia,     
     no le dé a usté mieo...
  Si venís antiayel a afligila,
sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s'a muerto!
Embargal, embargal los avíos,
      que aqui no hay dinero:
      lo he gastao en comías pa ella
y en boticas que no le sirvieron,
      y eso que me quea.
porque no me dió tiempo a vendello,
       ya me está sobrando,
       ya me está gediendo.
Embargal esi sacho de pico,
y esas jocis clavas en el techo,
      y esa segureja
      y esi cacho e liendro...
¡Jerramientas, que no quedí una!
      ¿Ya pa que las quiero?
Si tuviá que ganalo pa ella,
¡qualisquiá me quitaba a mi eso!
 Pero ya no quió vel esi sacho,
  esas jocis clavás en el techo,
      ni esa segureja
      ni ese cacho e liendro...

 ¡Pero a vel, señol jues: cuidaito
       si alguno de esos
   es osao de tocalí a esa cama
   ondi ella s'a muerto:
la camita ondí yo la he querío
cuando dambos estábamos güenos;
la camita ondi yo la he cuidiao,
la camita ondí estuvo su cuerpo
       cuatro meses vivo
       y una nochi muerto!

¡Señol jues: que nenguno sea osao
de tocali a esa cama ni un pelo,
       porque allí lo jinco
       delanti usté mesmo!
       Lleváisoslo todu,
       todu, menos, eso,
       que esas mantas tienin
       suól de su cuerpo...
   ¡y me güelin, me güelin a ella
       ca ves que las güelo!..
 
                  Gabriel y Galán 

jueves, 25 de julio de 2013

Varón

  ¡Me giedin los hombris
      que son medio jembras!

      Cien vecis te ije
      que no se lo dieras;
que al chiquín lo jacían marica
      las gentis aquellas.  .

Ahora ya lo vide, y a mi no me mandis
      más vecis que güelva.

      Te largas tú a velo,
      que pué que no creas
que tu cuerpo ha parío aquel mozo, 
ni que lo cebasti Con tu lechi mesma,
ni que tieni metía en la entraña
      sangri de mis venas.

      N'amas de mimarros
      y delicaezas
      se ha queao lo mesmo que un jilo
paliúcho y sin chispa de juerza.

      Cá instanti se lava,
      cá inslanti se peina,
      cá instanti se múa
      toa la vestimenta,
y se encrespa los pelos con jierros
      que se lo retuestan,
 en los dientis se da con boticas
 de unos cacharrinos que tieni en la mesa,
 y remoja el moquero con pringuis
       n'amás pa que güela.

       ¡Giedi a señorita
       dendi media legua!

Se levanta a las nuevi corrías
y a las doci lo menos se acuesta.

       ¡Va a ponersi pochu
si acotina de aquella manera!

¡Güeno está pa mandalo a bellotas,
pa ayualmi a escuajal en la jesa,
pa jacel un carguju de tarmas
       y  traélo a cuestas,
u pa estalsi cavando canchális
dende que amaneci jasta que escureza!

Los muchachos de acá me esconfio
       que mos lo apedrean
cuantis venga jaciendo pinturas
u jablando de aquella manera,
y verás cómo el mozo no tieni
       ni agallas ni juerza
pa el primero que quiera moflarsi
       rompeli la jeta.

       Ya no dici padri,
       ni madri, ni agüela.

"Mi papá, mi mamá, mi abuelita..."
       así chalrotea,
como si el mocoso juesi un señoruco
       de los de nacencia,
ni mienta del pueblo, ni jace otro oficio
        que dil a una escuela
y palral e bobás que allí aprendi,
que pa ná le sirvin cuantis que se venga.

Pa sabel  sus saberis le ije:
       "Sácame la cuenta
del aceiti que hogaño mos toca
del lagal po la parti que es nuestra.

Se maquilan sesenta cuartillos
      p'acá parti entera,
y nosotros tenemos, ya sabis,
      una media tercia
que tu madre hereó de una quinta
que tenía su agüela Teresa.

 ¡Ya ves tú que se jaci en un verbo!
      Sesenta la entera,
      doci pa la quinta,
      cuatru pa la tercia,
quita dos pa una media, y resultan
      dos pa la otra media.

Pus el mozu empringó tres papelis
      de rayas y letras
      y pa ensenrearsi
      de aquella maeja
ijo que el aceiti que a mi me tocaba
era "pi menus erre",  ¿te enteras?

      ¡Pus pués dil jacindu
      las sopas con ella!

      ¿Y esos son saberis?
      ¡Esas son fachendas!

 No le quise mental del guarrapo
      ni icile siquiera
que hogañazo vendimos el churru
pa compral un cachuju de tierra.

      ¡Allí no se jabla

de esas cosas ni en ellas se piensa!

N'amás que se jaci comel confituras
      melcal vestimentas,
      dirse a los cafesis,
      dirse a las comedias
y palral de bobas que no valin
       ni siquá una perra.

¡Jolgacián como el nuestro muchacho
no va a habelo, si aquí no se almienda!

Yo no lo distingo de otros señorinos
que con él se ajuntan y jolgacianean.

       ¡Son como maricas¡
       ¡Júy, qué vestimentas!
       Ves una presona
por detrás, en la calli, tan tiesa
y endi lejus no sabis de cierto
       si es macho u es jembra.

       Güelen a lo mesmu
       como las ovejas,
y p'aquí no es asín, que cá cosa
       güele a su manera:
güeli a macho la carni de hombri
y la carni de jembra da a jembra.

Hay que dil a buscar al muchacho
       cuantis que se puea,
y le dicis a aquellos señoris
que esu no quita pa que se agraeza,
pero que a su padri le jaci ya falta,
       y asín se la enreas.

No lo quió jolgacián, aunque muchos
       saberis trujiera.

Y no es esu solu lo que a mí me enrita,
que otras cosas me jacin más mella...
Hay que dil a buscalo cá y cuando,
       que venga, que venga,
porque mira,  me giedin los hombris
       que son medio jembras.
 
                                 Gabriel Y Galán